jueves, 31 de mayo de 2012

Déficit 0. Cero Estado


A cambio de retrasar un año la reducción del déficit hasta el 3% Europa nos exige más sacrificios y más recortes, que se sumarán a los que ya se han hecho y se seguirán haciendo, pues durante esta legislatura el gasto público seguirá descendido hasta situarse en el 37,7 del PIB en 2015, niveles sólo equivalentes a la España de los años ochenta, con lo que habríamos retrocedido en bienestar social unos 30 años. Además, según el ministro de Economía, en 2016 España habrá alcanzado el objetivo tan ansiado por la ortodoxia neoliberal del déficit 0. Bravo. ¿Cuánto nos costará el déficit 0? No digo a España, sino a los españoles, ¿cuánto nos costará?

No conozco ninguna unidad económica, grande o pequeña, que equilibre sus cuentas hasta llegar al déficit 0. Imaginemos nuestras economías domésticas. Para empezar, si no nos hubiéramos endeudado ya casi de por vida estaríamos en la calle porque no podríamos haber adquirido nuestras viviendas. Es evidente que nuestro nivel de endeudamiento es soportable porque hemos tenido en cuenta los ingresos y el tiempo que necesitamos para devolver las deudas adquiridas.  Pero si se nos exigiese devolver todo lo que debemos en dos o tres años es evidente que no podríamos, ni aunque recortásemos nuestros gastos de luz, gas, teléfono, calefacción, y otras muchas cosas, lo único que conseguiríamos realmente es recortar el bienestar de los que vivimos bajo el mismo techo.

En un Estado el déficit 0 es un absurdo desde el punto de vista económico. Porque un Estado debe procurar el bienestar de sus ciudadanos y para ello tiene que promover, crear, mantener y mejorar las infraestructuras y servicios básicos que su población necesita. Y es completamente razonable hacer repercutir sobre la generación presente y las futuras el coste de estos servicios a través de los impuestos y la deuda adquirida que habrían de pagar, de la misma manera que también se beneficiarían del nivel de bienestar social alcanzado por el Estado con estas inversiones. Como denuncia el premio Nobel Paul Krugman, la obsesión por recortar el gasto público sólo conduce a agravar la depresión y a contraer el consumo y la producción. Los ingresos del Estado también caen con lo que se agudiza el problema que se quería evitar, pues las deudas del Estado y las dificultades para pagarla aumentarán en la misma proporción.

Pero, además, el déficit 0 es una barbaridad desde el punto de vista político. Porque un Estado no es una empresa, no es un negocio y no debe ahorrar dinero a costa del bienestar de sus ciudadanos. Pretender esto es confundir dramáticamente los medios con los fines. Casi da pudor tener que decir estas cosas, así que dejaré que lo haga una voz más autorizada: El dinero sólo es importante por lo que nos puede proporcionar. Lo escribió Keynes en 1923. El dinero no es, no debería ser un fin en sí mismo. El dinero debería ser el medio para adquirir bienes, materiales y servicios, que hagan más fácil y cómoda la vida de las personas. Pero esta Europa de mierda, digo de mercaderes, no conociendo el valor de nada, ha puesto precio a todo, y para ella lo que menos vale son las personas. Y exige la entrega inmediata de su dinero. El problema, por tanto, no es el déficit, sino la exigencia de rebajarlo en tiempo y cantidad de manera inflexible y suicida para los Estados, que han accedido a saquear a sus propios ciudadanos y a desmantelarse a sí mismos para poder saldar las deudas.

Reducir el gasto público es reducir el propio Estado. Reducir servicios sociales y despedir a funcionarios es vender el Estado y hacer negocio con las necesidades de las personas. ¿Pero qué coño es un funcionario, sino un trabajador del Sector Público, un ciudadano que trabaja para el bienestar de otros ciudadanos? Un funcionario es un trabajador al servicio del Bien Común. ¡Basta ya de estereotipos estúpidos sobre los funcionarios! Si estamos en un andén esperando el metro ¿cuánto queremos esperar, 5 minutos, 10, 1 hora? Si estamos en la sala de espera de un Centro de Salud, ¿cuánto queremos esperar para ser atendidos?

Accedamos. Hagámoslo. Despidamos a todos los funcionarios, sin excepción. Váyanse a la puta calle todos los conductores del metro, los del autobús y los trenes. Todos los médicos, enfermeros, celadores, cerremos todos los hospitales; despidamos a los carteros, a los bomberos, a la policía, a los barrenderos y a los que recogen las basuras, a los asistentes sociales, a los abogados de oficio, a los jueces, a los funcionarios de prisiones, a los maestros y maestras de todos los niveles educativos, cerremos todas las escuelas y universidades públicas; no gastemos un puto euro en carreteras, ni en ferrocarriles, ni en mantenimiento de infraestructuras de ningún tipo. Y no nos olvidemos de despedir a todos los políticos, diputados, senadores, ministros, y hasta el presidente del gobierno, porque, ¿no son todos ellos también funcionarios? ¿No ahorraríamos un montón de dinero al Estado, al país? Pero, ¿qué país? ¿Acaso ha quedado algo de él? Nada, sólo un solar vacío y listo ya para privatizar. Habríamos pasado de ser ciudadanos con derechos a clientes con obligación de pagar hasta por el aire que respiramos.


Sólo le veo una cosa buena. ¡Ya no tendríamos que seguir pagando impuestos! ¿O sí? A pesar de haber desmantelado todos los servicios, de haber vendido el Estado, ¿seguirían los mercaderes obligándonos a pagar impuestos? ¿Para qué? ¿Para saldar las deudas contraídas entre los bancos, cubrir sus pérdidas y pagar las jubilaciones millonarias de los banqueros?

2 comentarios:

  1. Están empeñados en recortar el Estado de bienestar para la amplia mayoría de la ciudadanía, ésa que les importa un pimiento, la que sólo les importa como ovejas que ordeñar. Siempre digo que me dan miedo quienes piensan en la institución y no en las personas a las que debe servir la institución. Y no hay ninguno de nuestros políticos que repita hasta la extenuación que es una barbaridad no dar de comer, no curar, no educar, a los hijos (los ciudadanos) para pagar a los bancos. En Intereconomía oí a algunos de estos neoliberales
    esperanzaguirristas decir: "Bueeeno, Krugman, será mucho premio Nobel de economía, pero se equivoca". Krugman y Keynes no les importan porque van en contra de su plan. Porque sigo diciendo que la estrategia está clara: detrás de la excusa de la crisis y el argumento del "no hay más remedio", hay un plan claro de destrucción y privatización de lo público, de vuelta a los tiempos en que no existía la clase media. No les importa el Bien Común, no les basta con vivir una vida cómoda, quieren Su Bien, sentirse casta privilegiada, poderosos, y entregarse al lujo desmedido.
    Pero lo peor de todo, siempre lo he dicho, es que han sabido venderse bien, han sabido hacer creer a la clase media que ellos piensan en ella, que ella forma parte de su clan, por oposición a los parias (inmigrantes, parados...). Algo hemos hecho mal, cuando no conseguimos que la gente despierte, entienda, vea, deje de ser rebaño...

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    1. Es, ya lo hemos dicho, la inconciencia de la Clase Media. Y la ignorancia, que se presta a manipulación.¿Qué han hecho bien? Presentar la economía como un arcano exclusivo por incomprensible que es mejor dejar en sus manos.¿Qué hemos hecho mal? Quizá dejarnos ganar la batalla de la "mala educación". Vencer no es convencer, pero en época de ignorancia sí.

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