sábado, 25 de mayo de 2013

Las cuatro plagas de África. Segunda Parte.


25 de mayo, día de África. Dos plagas más que unir a las plagas del pasado. Estas se refieren al presente y deberían presentar un futuro, pero el futuro de África está aún encadenado al pasado.

Tercera plaga: Neocolonialismo: En realidad, detrás de este término no se esconde un nuevo colonialismo, sino la perpetuación y prolongación de las viejas formas de explotación económica, aunque, a diferencia de la de antaño, esta explotación no viene impuesta por una situación de dominio político efectivo, sino por la dependencia económica heredada. Cuando las colonias africanas alcanzaron su independencia entre los años 60 y 70 ya se encontraban en la periferia del sistema económico mundial. Y sus economías tenían ya asignado un papel de mero complemento de la economía de los países ricos. De manera que, lo que antes denominábamos, Metrópolis y Colonias, hoy llamamos Centro y Periferia, pero, pocas cosas más han cambiado.

Con la independencia llegó la necesidad de acudir a la financiación exterior para impulsar el desarrollo. Es evidente que la herencia colonial, que había impedido el desarrollo industrial propio e impuesto la exportación de productos y materias primas de escaso valor añadido en un mercado desigual controlado por las grandes multinacionales, empujaba a África a los mismos brazos de aquellos de los que se acababa de liberar. El petróleo crudo o el gas natural es el primer producto de exportación de 4 de los 5 países del Magreb, y de 8 países subsaharianos. Para el resto, los principales productos de exportación son: café, cacao, algodón, tabaco, té, aluminio, uranio, oro y diamantes. (Banco Mundial, 2009). La crisis del petróleo de los 70 tuvo para África, y en general para los países subdesarrollados, un doble efecto. Por un lado, al afectar la crisis a los países ricos del Centro disminuyeron sus importaciones de productos provenientes de África; y por otro, al aumentar el precio del petróleo los países no productores debían ampliar sus monocultivos de exportación para compensar las subidas. De modo que, en un proceso que nosotros, los europeos del sur, conocemos ya muy bien, los países en dificultades que debían acudir a la financiación exterior no la obtenían sino a cambio de unos intereses que hacían del pago de la deuda una empresa insostenible. La deuda africana pasó de 11 mil millones de dólares en los años 70 a 111,8 mil millones en los 80. Es entonces cuando, para terminar de cerrar el cerco sobre África, entran en escena el Banco Mundial, la Organización Mundial del Comercio y el Fondo Monetario Internacional. Éstos aceptan financiar la deuda africana a cambio de la imposición de Planes de Ajuste Estructural, cuyas condiciones y resultados estamos también muy familiarizados los europeos del sur. Se exigen recortes en el gasto público, privatizar empresas públicas, liberalizar completamente el comercio, suprimir las ayudas a los agricultores, aumentar las exportaciones de materias primas y dar prioridad absoluta al pago de la deuda. El resultado ha sido un aumento de la pobreza, y de la deuda. En 1990 ya era de 177,1 mil millones de dólares, y en 2005 subió hasta los 215.607 millones, el equivalente a la mitad del PNB de toda la región. En 2008, la deuda africana estaba ya en 250.000 millones de dólares. Los planes de ajuste deprimen aún más sus economías, los intereses suben y necesitan endeudarse para pagar la deuda anterior. Desde los años 80 por cada dólar prestado África debía devolver 4 y aún dejaba a deber otros 4.

Presupuesto destinado a servicios sociales básicos
en algunos países africanos (1992-1997)
Esta deuda impide el desarrollo de África y la encadena para siempre al servicio de las economías occidentales. En 2004 en África se invertía 15 dólares para el pago de la deuda y menos de 5 en servicios básicos como educación o sanidad.

A estas transferencias “legales” de capital africano hacia los países ricos hay que sumar las transferencias ilegales, el fraude fiscal que cometen las multinacionales que operan en África. Según un informe de Global Financial Integrity, África ha perdido entre 1970 y 2008, 854 mil millones de dólares en impuestos impagados. Sólo entre 2000 y 2008, 437 mil millones. Como se ve, cantidad más que suficiente para pagar la deuda de toda África. Los métodos de evasión de impuestos los conocemos también muy bien, porque los favorece el mismo sistema económico que ha puesto el mundo a su servicio a través de la libertad de movimiento de capitales y de la existencia y protección de paraísos fiscales. Por ejemplo, la empresa que extrae el cobre de Zambia, Mopani Cooper Mine, vende el cobre a un precio por debajo del coste de extracción a otra empresa del grupo domiciliada en Suiza. Declara así menos ingresos en Zambia con lo que paga menos impuestos.

La liberalización del comercio impuesta a África está suponiendo una verdadera sentencia de muerte para los pequeños agricultores autóctonos porque sus productos quedan completamente desprotegidos frente a la competencia de los productos que llegan de Estados Unidos o de la Unión Europea, pues sus agricultores y sus productos sí reciben subvenciones para abaratar los costes y mejorar la exportación. En Kenia, la importación de productos europeos ha aumentado un 84%. La industria del tomate envasado de Ghana tampoco puede competir con los tomates subvencionados de Italia y España, e importa cada año unas 10.000 toneladas. La Unión Europea ha establecido desde el año 2000 Acuerdos de Asociación Económica con distintos países de África en los que, a cambio de ayuda económica para infraestructuras y otros sectores, se les exige reducir los aranceles a todos los productos europeos. Evidentemente, esto empuja al pequeño campesino a la ruina y a la emigración. El levantamiento de la protección arancelaria, puede suponer también para algunos países una merma considerable de sus ingresos. En Uganda, por ejemplo, los ingresos provenientes de las tasas aduaneras podían suponerle hasta el 50% de total.

La ruina de los pequeños agricultores autóctonos corre paralela a otro fenómeno: el acaparamiento de tierras por parte de multinacionales, y entidades financieras de los países desarrollados y de los emergentes para destinarlas al cultivo de biocombustibles. Según la FAO, sólo en Etiopía, Ghana, Madagascar, Malí y Sudán se ha cambiado el uso de 2,4 millones de ha. desde el 2004 para dedicarlas al cultivo de los biocombustibles; caña de azúcar, maíz o sorgo para la fabricación de etanol, o palma aceitera para la producción de biodiesel. Un informe del Banco Mundial de 2010 asegura que en ese año unos 42 millones de hectáreas de tierras en el mundo han estado bajo interés de los inversionistas, más del 75% (32 millones de hectáreas) se encontraban en África Subsahariana. Los principales inversionistas internacionales son los Estados del Golfo Pérsico, China y Corea del Sur entre lo emergentes; e Italia, Noruega, Alemania, Dinamarca, el Reino Unido, Francia y España entre lo europeos.

Ejemplos de acaparamiento de tierras
De esta manera, en los últimos 5 años la producción de cereales ha crecido un 8%, pero más del 80% de este aumento se ha destinado a la producción de biocombustibles. Además, desde la crisis financiera de 2008, en los Estados Unidos se permitió especular con las materias primas alimentarias, lo que ha supuesto un incremento espectacular de los precios. En 2011, el Parlamento Europeo responsabilizaba a la especulación del 50% de la subida en el precio de los alimentos. El precio de maíz aumentó un 74%, y el del arroz un 166%. Según el Manco Mundial, este aumento ha empujado a 70 millones de personas en todo el mundo a la extrema pobreza.

Las deudas, la pérdida de tierras, la huida de capitales, el encarecimiento de los alimentos, el intercambio desigual que deja indefensos los productos africanos frente a la competencia exterior, y el hecho de que los precios de los principales productos de exportación estén controlados por las multinacionales hacen de la pobreza de África un mal endémico e irresoluble que tiene su cara más perversa en la explotación infantil. Según el último informe de la OIT de 2010, el África subsahariana es la única región donde el trabajo infantil ha aumentado en los últimos años, pasando de 49,3 millones en 2004 a 58,2 millones en 2008, un incremento cercano al 30%. Seis de los diez países con más índice de trabajo infantil son africanos: Somalia, Sudán, República Democrática del Congo, Zimbabue, Burundi y Etiopia. En el Congo trabajan más de dos millones de menores en las minas de coltán, un  mineral imprescindible para la industria tecnológica de Occidente; en Kenia, en la temporada de la recogida del café hasta el 30% de los cosechadores tienen menos de 15 años; y en Costa de Marfil la mayor parte de la mano de obra que trabaja en las plantaciones de cacao son también niños. De Costa de Marfil es el 40 % del cacao que se consume en el mundo, aunque el mercado está dominado por empresas de Suiza, Alemania y Estados Unidos. En 2010 Miki Mistrati, director de cine danés, recorrió 17 plantaciones de cacao en Costa de Marfil y denunció en un documental titulado El lado oscuro del chocolate el sistemático secuestro de niños para emplearlos como mano de obra en jornadas de hasta 12 horas diarias. El dueño de la empresa SAF-Cacao, que suministra el cacao a Nestlé, Kraft Foods, ADM, Ferrero y Mars, al escuchar las acusaciones que se le hacían dijo: "¿Se imagina la catástrofe global que se produciría si la gente dejara de comprar nuestro cacao al saber del tráfico de niños? No jueguen con esas palabras, porque nos arruinan”. Desde luego, una buena muestra de cómo funciona el círculo vicioso de la pobreza, en donde, ni las víctimas tienen claro ya si la ruina la causan quienes denuncian los abusos o quienes los cometen.

Cuarta plaga: Olvido. En 1972 los países más ricos de la ONU se comprometieron a donar el 0,7% de su PIB como ayuda  al desarrollo. Han pasado más de 40 años y sólo 5 países en el mundo han llegado a ese 0,7%: Dinamarca, Holanda, Luxemburgo, Suecia y Noruega. En 2008 España llegó al 0,5%, pero en 2012 la ayuda ha caído al 0,15%. Estados Unidos y Japón nunca han superado el 0,2% de su PIB, y la ayuda de los 23 países que forman el Comité de Ayuda al Desarrollo (CAD), en 2011, llegó de media al 0,31%. En total se destinaron unos 103.000 millones de euros de ayuda al desarrollo. Casi la cifra del rescate bancario español de 2012. Como, al parecer, resolver la pobreza en el mundo le parece a los países ricos una empresa demasiado ambiciosa, en septiembre del 2000 se celebró la Cumbre del Milenio en el que se fijaron metas más modestas que debían alcanzarse en 2015. La ONU publica cada año un informe en el que hace un seguimiento del grado de cumplimiento de estos objetivos, en los que, es verdad, se constatan algunos avances, pero no hay que olvidar que la erradicación de la pobreza no es una prioridad de los países ricos. En un informe publicado en 2006, la Coordinadora de ONG para el Desarrollo en España denunciaba, por ejemplo, que en el año 2000, cada vaca de la Unión Europea recibió 760 euros en subsidios mientras cada persona en África subsahariana recibió poco más de 6 euros de la ayuda de la UE. Además, si mejorar la Salud básica y la nutrición en todo el mundo tiene un coste de 13.000 millones de dólares al año, Europa y Estados Unidos gastan 17.000 millones en comida para mascotas. Por último, el informe denunciaba cómo los 819.000.000 de euros anuales de subvención que reciben de la UE 6 refinadoras de azúcar permitían inundar de azúcar los mercados de los países pobres a precios muy bajos. Si las reglas del comercio mundial fueran más equitativas, en Mozambique y Zambia, el sector azucarero podría crear 30.000 nuevos puestos de trabajo.

Índice de Desarrollo Humano, 2011
Dicho de otra manera, la Ayuda al Desarrollo permite a los países ricos presentarse ante el mundo como preocupados por la pobreza y el hambre en el mundo mientras dejan intactas las causas que lo provocan, e incluso siguen aprobando reglas y políticas que refuerzan el control económico global, perpetuando la pobreza y haciendo completamente ineficaz cualquier tipo de ayuda. Incluso podría decirse más. La Ayuda al Desarrollo es un mecanismo más de neocolonialismo, aunque mucho más refinado y sutil. Por ejemplo, una parte importante de la Ayuda al Desarrollo está vinculada a los intereses económicos, estratégicos o políticos del país donante. Según un informe de la OCDE de 2007, casi la mitad de la ayuda se destinaba a países de renta media, y la otra mitad a los países más pobres. España dedica el 50,6% de la ayuda a países de renta media; entre sus beneficiarios, por ejemplo, figuran Turquía y China. Y la ayuda a África está también asociada a sus intereses comerciales. Un informe de Veterinarios Sin Fronteras denunciaba cómo se utilizaban estas ayudas para desarrollar el sector pesquero de algunos países del África Occidental, específicamente el Programa Nauta, por el que se financian proyectos de investigación marina, acuicultura, y pesca en países como Mauritania, Senegal o Mozambique, con los que España mantiene relaciones comerciales y de explotación de recursos pesqueros.

Por otro lado, una buena parte de la ayuda a los países subdesarrollados es ayuda ligada, es decir, condicionada a la compra de bienes y servicios del país donante, por lo que se utiliza como medio para resolver problemas de sobreproducción y para aumentar las propias exportaciones, sin tener en cuenta las necesidades del país receptor. Estos productos, importados a la fuerza, al ser más caros que los de origen local, encarecen la oferta de bienes y servicios en los países en desarrollo, y pueden ser responsables de hasta un 30% en la subida de precios (OCDE, 2001). En 2006, todavía el 42% de la ayuda al desarrollo prestada por los países del CAD era ayuda ligada. Uno de los ejemplos más escandalosos de cómo esta ayuda se utiliza en beneficio propio sin tener en cuenta las necesidades ajenas es la obligación de comprar material militar al país donante. España, por ejemplo, utilizó los Fondos de Ayuda al Desarrollo (FAD) para vender armamento y material militar a Mozambique, Uganda, Angola y Somalia entre 1980 y 1990 por valor de 61.677 millones de las antiguas pesetas. Todavía en 1992 se cargaron a los créditos FAD la venta de material militar a Angola por valor de 708 millones de pesetas. A partir de ese año España ingresó en el Comité de Ayuda al Desarrollo y renunció a utilizar los créditos FAD para la exportación de material militar, pero eso no ha eliminado la deuda contraída por esos créditos. En el caso de Somalia, la totalidad de la deuda que tenía con España en 2007, 22,63 millones de euros, provenía de dos créditos FAD otorgados al dictador Mohamed Siad Barre. Angola es el 6º país más endeudado con el Estado español, con un total de 333,84 millones de euros; 103,70 millones de euros corresponden a deuda FAD otorgados durante la primera fase (1975-1991) del conflicto armado en Angola entre la MPLA (Movimiento Popular para la Liberalización de Angola) y la UNITA (Unión Nacional para la Independencia Total de Angola), vinculados a la compra de  instalaciones, vehículos y aviones militares, todos ellos exportados y construidos por empresas españolas. Como se ve, no tiene ningún sentido, al menos no si otorgamos sinceridad a la Ayuda al Desarrollo. En 2003 Etiopia, Uganda y Camerún pagaron a España 23,5 millones de euros en concepto de devolución de intereses por los créditos FAD, 6 veces más de lo que recibieron en donaciones, 3,6 millones (Intermón Oxfam, 2003). Pero sí tiene sentido si pensamos en la ayuda al desarrollo y en estos créditos en términos de neocolonialismo y de estricto beneficio económico para el país “donante”. Y aquí es donde los créditos CESCE encajan a la perfección. CESCE (Compañía Española de Seguros de Crédito a la Exportación) es una Agencia de Crédito a la Exportación de carácter mixto, compuesta por un 50,25% de propiedad pública y un 49,75% de propiedad privada (con participaciones de bancos como el Banco Santander Central Hispano, o el Banco Bilbao Vizcaya Argentaria) que depende del Ministerio de Economía mediante la Secretaria de Estado de Comercio y Turismo. Esta compañía asegura las exportaciones e inversiones de una empresa española ante posibles impagos. El funcionamiento es sencillo. El empresario convence a un banco para que conceda créditos a empresas de países en vías de desarrollo para que puedan adquirir sus productos. El banco contrata un seguro con CESCE, y así, si el impago se produce, el banco cobrará la deuda a CESCE con lo que ni el empresario ni el banco arriesgan nada.  Y el país subdesarrollado deberá hacerse cargo de la deuda, que deberá pagar a CESCE. Según el Observatorio de la Deuda en la Globalización de Cataluña, junto a los créditos FAD, CESCE constituye el segundo mecanismo de  generación de deuda externa de los países empobrecidos con el Estado español. En 2009, CESCE era responsable de 40% de la Deuda externa que tienen estos países con España. De los 333,84 millones de euros de la deuda antes mencionada de Angola, 230,14 millones de euros es deuda CESCE.

De modo que, para el mundo rico, los beneficiados de la Globalización y de este nuevo colonialismo que pone al resto del mundo a sus pies no es una prioridad erradicar la pobreza. En 1994 James Tobin calculó que con sólo aplicar un impuesto del 0,5% a las transacciones financieras se habría obtenido ese año un billón y medio de dólares. Esa cantidad era más que suficiente para erradicar la pobreza en el mundo, dado que para reducirla a la mitad en 10 años sólo se necesitaban 135.000 millones de dólares anuales (el 0,5% del PIB de los países ricos en el 2005). Pero, hoy, casi a las puertas de 2015, la fotografía que obtenemos de África, el continente del reparto, es desoladora: África subsahariana es la región más pobre del planeta. Su esperanza media de vida es de 46,3 años, el índice de escolaridad del 44%, más de la mitad de sus población sobrevive con menos de 1 dólar al día, 24 países se enfrentan a emergencias alimentarias, según la FAO, el 33% de la población subsahariana está subalimentada y 239 millones de personas pasan hambre, el 58% no tiene acceso al agua potable; 2,3 millones de personas mueren al año de SIDA y unas 2.800 al día de malaria; las dictaduras y las guerras han provocado 20 millones de desplazados dentro de su propio país y 6 millones de refugiados que se hacinan en campamentos ubicados en países vecinos…

Pero no hay prisa. La crisis ha desplomado la Ayuda al Desarrollo hasta el 0,29% de media en los 23 países del CAD. Quizá haya que revisar los plazos que estimaba la ONU en 2005 para acabar completamente con la pobreza en el planeta dados los ritmos y los esfuerzos de entonces, cuando todavía éramos ricos y ninguna crisis nos servía de coartada para hacer menos: “Pasarán más de 130 años hasta que se haya eliminado el hambre en el mundo. Salvo que la situación mejore, el África subsahariana no conseguirá hasta 2129 lograr la educación primaria universal, hasta 2147 reducir la pobreza absoluta a la mitad y hasta 2165 reducir la mortalidad infantil en dos tercios".

Quizá nunca acabemos con la pobreza en el mundo, pero ya sabemos por qué no se acaba con la pobreza en el mundo. Pensar cada 25 de mayo en África puede ser una buena forma de no olvidarlo.

16 comentarios:

  1. Gracias por el artículo, Juan. Nos permite a los neófitos de la história tener una panorámica clara y documentada de la barbaridad que unos tras otros han ido haciendo en África. O, mejor, siempre los mismos, aquellos que controlan la economía del mundo ya sea desde las dictaduras como desde las pseudodemocracias.
    Esto tiene un arreglo jodid. salvo que con los años se genere una población con la suficiente conciencia crítica como para priorizar lo colectivo y las actuaciones colectivas de millones de personas (en la calle, en las redes, en las urnas...) antes que lo individual. Saludos.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias a ti por leerlo y por tu comentario. Lamentablemente, la experiencia vivida hasta el momento no nos permite abrigar muchas esperanzas de que la situación actual vaya a cambiar significativamente. Ha pasado ya medio siglo desde la independencia de África y su situación real apenas ha mejorado. Son muchas las cosas que tienen que cambiar, y no sólo las conciencias de los habitantes del mundo rico sobre la necesidad de un mejor reparto de la riqueza y de los recursos, algo cada vez más complicando en la situación actual en la que prima el "sálvese quién pueda"; sino las políticas y las reglas de la Globalización que son las que están causando y prolongando realmente la pobreza en el resto del mundo, porque, no se trata ya de "donar" una parte de la riqueza como si fuese una limosna, sino de acabar con los abusos de los gobiernos, las multinacionales y las reglas injustas que imponen los organismos supranacionales que vigilan que el capitalismo fluya en un sólo sentido. Como dice el artículo, el dinero, no es problema, dinero hay, el problema es que no hay voluntad para cambiar las reglas que permitan ganarlo.
      Un saludo.

      Eliminar
  2. Juan, lo que tan bien describes comprende tanto que me resulta hasta frustrante no poder abarcar ahora en este espacio todo lo que me sugiere en la profundidad que merece. Al final no estamos hablando de otra cosa que lo que ya señalaba Hobbes, la explotación del hombre por el hombre.

    El poder abusivo en nuestro tiempo se diferencia del de tiempos pretéritos porque su carácter destructivo es más difícil de reconocer, pero no tanto como para no percatamos de que el sistema no funciona bien y, sin embargo, optamos por narcotizar nuestras conciencias ante la injusticia cuando ésta afecta a otros.

    Una película excelente que probablemente hayas visto es Margin Call, de J.C. Chandor. La película relata las horas críticas en las que una gran entidad financiera decide perpetrar una gran estafa financiera que desencadenará en la crisis global. En una memorable escena final un analista senior interpretado por Paul Bettany le dice a un joven analista junior lo siguiente:

    “Si la gente quiere vivir así y tener cochazos y casas enormes que no pueden pagar, tú eres necesario. La única razón por la que todos siguen viviendo como reyes es porque nosotros tenemos las manos en la balanza a su favor. Si quitáramos la mano el mundo entero empezaría a ser más justo rápidamente y eso no lo quiere nadie. Dicen que sí pero es mentira. Quieren lo que les damos nosotros pero se hacen los inocentes, fingiendo no tener ni idea de dónde ha salido. Si hay algo que no aguanto es la hipocresía así que se jodan, que se joda la gente normal”.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Lamentablemente, Ignoto, es como dices. "El hombre es un lobo para el hombre" y el progreso y el desarrollo técnico no ha cambiado esta triste realidad. Sólo ha hecho más sutil el engaño, e, incluso, pretende presentarlo como algo inevitable, como una consecuencia lógica de ese mismo desarrollo. Es este determinismo el que acalla las conciencias, o como dices,"las narcotiza" para que aceptemos una situación injusta, sí, pero "inevitable". Creo que la sentencia hobbesiana seguirá vigente aún durante mucho tiempo. Hobbes y Maquiavelo ganan hoy a Kant, mientras nuestra conciencia siga dormida, ¿quién nos juzgará?
      No conocía la película que mencionas, parece muy interesante, así que recojo la sugerencia.
      Saludos.

      Eliminar
  3. Creo que la película te interesará. Resulta curioso que lo "inevitable" o el “hemos vivido por encima de nuestras posibilidades” son frases que aparentemente se contraponen al “que se joda la gente normal”, pero sólo en apariencia pues en realidad las tres frases encierran el mismo mensaje aunque persiguen efectos distintos: mientras las primeras persiguen provocar en los afectados por la crisis un sentimiento de resignación y culpabilidad que refuerce esa resignación, la última sirve como pretexto para acallar la conciencia de los privilegiados.

    Pero la culpa no es patrimonio exclusivo de los maquiavelos y la sociedad en su conjunto tiene su buena cuota de responsabilidad. Por eso es un error considerar que todas las víctimas, por el simple hecho de serlo, merecen que empaticemos con ellas. En Grecia muchos partidarios de Amanecer Dorado pueden ser víctimas, pero de inocentes tienen poco. En África también vale aquello de que "no hay peor cuña que la de la propia madera".

    El problema es el individualismo exacerbado que está presente en todas las sociedades y especialmente inoculado en la sociedad occidental por mor del postmodernismo.

    Saludos.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Individualismo, egoísmo, corporativismo... son comportamientos y conciencias inventadas por el Capitalismo. Y funcionan en todos los niveles y en todos los ámbitos. Nos hemos tragado que el sistema nos proporciona oportunidades y que el éxito o el fracaso sólo depende entonces de nuestro propio esfuerzo, como si viviésemos en una burbuja. Si el mito de la meritocracia funciona a nivel interno imagínate en el ámbito de la economía global. Aquí la falta de empatía es total. Los ricos, si son ricos, "por algo será"; y los pobres, si lo son, "por algo será", sólo falta decir que si el pobre "no espabila" merece ser pobre. Por eso creo que es erróneo, o injusto, tomar los efectos por las causas. El comportamiento instintivo, los prejuicios, los radicalismos, surgen allí donde escasea la razón, o ésta no tiene las herramientas necesarias para analizar la realidad.

      Eliminar
    2. Una de las grandes trampas de la postmodernidad es la desvalorización del concepto ideología remplazándolo por un pensamiento débil que, parapetado detrás de la sacrosanta libertad, busca subordinar la consideración moral del mal (representada por el hambre, la injusticia, la inequidad, la explotación, el atropello, las guerras,…) al interés particular. Esto unido a la pretensión de convertir la economía y las finanzas en ciencia aplicada, en lugar de las ciencias sociales que son, ha servido para legitimar cualquier actividad mercantil y bancaria, pues bajo una aproximación científica las cuestiones morales simplemente no tienen cabida. Así las finanzas hoy en día son un medio aceptado por todos (por consiguiente, democrático) para favorecer a unos grupos de individuos a expensas de otros, de ahí que durante estos años de globalización la desigualdad haya aumentado en todo el mundo.

      Yo no puedo ser tibio con esta hipocresía, quiero ser radical en el empeño de desenmascarar estas trampas, aunque sólo sea por el reto oersonal que supone desprenderme del peso de esta sociedad burguesa inmadura, decadente y oclocrática que cree vivir en un high-school permanente porque la han inundado de grandes centros comerciales, gimnasios, clínicas de belleza, laboratorios genéticos…, pero que malogra tanto capital humano con vacuidad, depresiones y frustraciones.

      Eliminar
    3. Nada que objetar. Estoy completamente de acuerdo contigo. Este ha sido una de los logros del capitalismo global, o como tú lo calificas, una "trampa del postmodernismo". El caso es que el sistema ha logrado convencer a una inmensa mayoría de que la economía es una ciencia exacta y aséptica, desprovista de toda ideología y de toda moralidad. Es más, al incluir la moralidad en cualquier discusión sobre economía, como un boomerang, se vuelve contra tí para restarte credibilidad y etiquetarte ipso facto como un ser anticuado o iluso.

      Eliminar
  4. Muy buen artículo de verdad. me alegro de que en este mundo, todavía queden personas como tu, sensatas. Muy buen escrito, te felicito, espero poder leer muchos mas artículos tuyos, tan bien redactados. Un saludo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Muchas gracias por los ánimos, que, sí, ayudan a seguir adelante. De la misma manera, espero seguir escribiendo artículos que merezcan la pena leerse. Saludos.

      Eliminar
  5. Estoy muy relacionado directamente con el Africa Negra por multiples motivos, y me ha sido enormemente ameno, enriquecedor y didáctico el poder leer éste artículo tan bien redactado. Enhorabuena por tu trabajo!!!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Muchas gracias por tus elogios. Espero estar a la altura en los próximos artículos para seguir mereciéndolos.

      Saludos

      Eliminar
  6. Lo que África debe hacer es someterse a la lógica del control de natalidad cero. No pueden tener hijos, que no los tengan. Están esquilmando todos los recursos, los propios y ajenos. Ni un céntimo de ayuda mientras no se ajusten a un control férreo de su población: condones, aborto, DIUs, ligaduras de trompas, vasectomías, todo debe impulsarse en África para evitar que su población siga duplicándose cada 20 años.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Y yo te recomendaría, querida Marga, que repasases tus conocimientos de demografía, en especial el Modelo de Transición Demográfica, en el que se relaciona la población con el nivel de desarrollo económico. Ahí podrás comprobar, como lo demuestra la historia de Europa, que has invertido la relación causa y efecto entre los dos fenómenos. Dicho más claramente, el alto crecimiento demográfico, producto de unas elevadas tasas de natalidad y unas tasas moderadas de mortalidad, es una consecuencia de la pobreza y no su causa. Agrava los problemas de la pobreza, sí, pero no son la causa de la misma ni tampoco su solución. La tasa de natalidad está muy vinculada al desarrollo económico y social, y sólo desciende en sociedades ya avanzadas e industrializadas. Repasa en cualquier libro de geografía al uso las causas de la alta natalidad en los países subdesarrollados y compáralas con las causas de la baja natalidad en los desarrollados. Ahí tienes bastantes elementos para deshacer la confusión en la que te encuentras.

      Saludos y gracias por tu comentario.

      Eliminar
  7. Muchas gracias por exponer conceptos tan acertados y realistas. Mucha gente necesita leer mas artículos así. (podríamos dejarlo incluso en "leer" mas y punto ;-D) http://bit.ly/131BgNH

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias por tu comentario. Es verdad que todo el mundo debería leer más, informarse más, "formarse" más. Hoy, como ayer, gran parte del poder estriba en mantener a la gente en la ignorancia.

      Eliminar