viernes, 22 de junio de 2012

En un lugar de la Mancha


Voy a decirlo rápidamente, antes de que me cobren los laxantes: A este gobierno los Servicios Públicos le importan una mierda. ¡Qué alivio!

Hace poco el señor Beteta, Secretario de Estado de Administraciones Públicas, daba unos datos que, a su juicio, justificaban la reducción de personal en el Sector Público. En los últimos diez años la administración del Estado había reducido su personal en 163.880 personas mientras que en el mismo periodo el personal de las administraciones autonómicas había aumentado en 409.569 personas. Con estos datos decía que “en algo” nos “habíamos equivocado”, que era “hora de rectificar”, y que había que “redimensionar” la Administración. De manera que se está “racionalizando su personal sin merma en la eficacia de los servicios públicos esenciales”. En este punto me dan ganas de exclamar, como Don Quijote a su querido y panzudo compañero por su costumbre de hablar encadenando refranes: “¡Cuántas de necedades vas, Sancho, ensartando!”.

Este señor sabe que gracias a las transferencias a las Autonomías muchas de ellas habían superado atrasos históricos invirtiendo mucho dinero en Sanidad, en Educación y en otros Servicios Sociales, lo que explica una buena parte del aumento de su personal. Comunidades, como Castilla-La Mancha, que ahora retrocederá unas cuantas décadas, sacrificada en el altar del dios Euro para bajar el déficit. Para cumplir con el objetivo del 1,5% de déficit, el señor Beteta ha insistido en que deben aplicarse “las reformas estructurales” aprobadas, precisamente, en Sanidad y en Educación. Y se siguen empleando términos como “productividad”, “optimización de recursos”, “eficiencia”…términos con los que se pretende dos cosas: Ocultar que en realidad se están recortando los servicios públicos básicos, y justificar dichos recortes utilizando los mismos términos y criterios de “rentabilidad económica” que se utilizan en la empresa privada. “¿Por qué no van a poder ser los Servicios Públicos tan eficaces, eficientes y productivos como las empresas privadas? ¿Por qué no vamos a poder optimizar los recursos para que nos salgan rentables?"

Es una monstruosidad. Y viene disfrazada de molino, de oveja, de odre… y se llama: Plan de Garantía de Servicios Sociales Básicos. El viento que viene por la derecha quiere disimular el mal olor, pero es difícil ocultar la realidad por muchos eufemismos y “aspa-vientos” verbales que se esgriman. Para la derecha la rentabilidad sólo se mide en dinero, volviendo a confundir y a menospreciar la esencia misma del “servicio público”, cuya rentabilidad debe medirse en “éxito o fracaso social”: A cuánta gente llega, qué problemas resuelve, qué necesidades cubre. ¿De qué manera puede un médico ser productivo? ¿Cómo se mide la productividad de un profesor de Infantil o de Medias? Difícil de contestar si me preocupan las personas destinatarias del servicio. Muy fácil si no me preocupan en absoluto.

¿Que “los recortes no afectan a la calidad del servicio”? ¡Eso sí que es una ilusión! Veamos: Servicios Sociales: Se recorta el complemento anual de 750 euros a las pensiones más bajas y se sustituye por uno de 120. Esto al mismo tiempo que nos suben todos los impuestos, se dejan de financiar Centros de Día y residencias municipales, y desaparece la gratuidad del transporte interurbano para mayores de 65 años.

Sanidad. Con la Educación, sufrirá la mitad de todos los recortes de Castilla-La Mancha. El gasto de los hospitales se recorta un 30%. Se reducen plantas y camas. En el Hospital Virgen de la Luz de Cuenca han desaparecido 32 camas y los pacientes de radioterapia se desvían a Albacete. Las pruebas del talón a los neonatos van a buscar ahora 3 enfermedades cuando antes buscaban 15. El “ahorro” es de 30 euros por prueba. Sí, hemos oído bien. Si resulta que el bebé desarrolla una patología distinta a las 3 establecidas, mala suerte. Pero hemos ahorrado 30 euros. El efecto de los recortes se nota ya en las listas de espera. En el Hospital Universitario de Ciudad Real se han duplicado, y las citas para ecografías no se dan para antes de un año. No podía faltar la privatización, es decir, la transformación de un servicio en negocio con la excusa de la “eficiencia”. Los hospitales de Almansa, Villarrobledo, Manzanares y Tomelloso se van a entregar al sector privado.

Educación. La otra víctima. También se reduce el gasto de los Centros un 30%. Se elimina el transporte gratuito para las enseñanzas no obligatorias. Se eliminan programas de convivencia e interculturalidad. Se eliminan Centros de Formación de Profesores, se eliminan horas que cargos directivos y Jefes de Departamento tenían para reuniones de coordinación. Se amplían las horas de docencia directa con alumnos a 21 horas, se amplían las ratios por aula; 35 en ESO y 40 en Bachillerato. Se amplía también el número máximo en programas de atención “personalizada” para alumnos con problemas de aprendizaje, como es la diversificación curricular, hasta los 20 alumnos. En conjunto, todas estas medidas pueden hacer desaparecer de cada Centro entre 7 y 10 profesores

¡Basta!  Otra vez podríamos exclamar como Don Alonso Quijano, agotados e incapaces de entender tanto despropósito: “¡En cuántas de necesidades estás, Cospe, recortando!”.

viernes, 15 de junio de 2012

El becerro de oro


Con muy pocas modificaciones podría volver a contarse la historia del becerro de oro que se narra en el Éxodo. Quedaría algo así: Un día los sacerdotes de Europa se reunieron en torno al Banco Central Europeo y le dijeron: “Anda, haznos un Dios que esté por encima de nosotros” Y el Banco Central Europeo dijo: “Quitadle el dinero al pueblo y traédmelo”. Y el Banco lo tomó todo en sus manos, hizo un molde y acuñó el Euro. Lo mostró al pueblo y a sus guías y le dijo: “Este es vuestro Dios”.

Y en esas estamos, todo el mundo mirando hacia arriba y nadie hacia abajo. Y esta crisis debe ser una crisis de fe porque parece afectarle sólo al ídolo y a sus idólatras. Es la “crisis del euro”. Europa tiene que encontrar mecanismos para “proteger el euro”. Según la directora del Fondo Monetario Internacional tenemos sólo tres meses para “salvar el euro”, y los periódicos españoles valoraban el rescate a España como una “apuesta decidida de Europa por el euro”, a pesar de saber que ese rescate exigirá más sacrificios a los ciudadanos, los mismos ciudadanos que están siendo burdamente despreciados por los socerdotes, ¡uy!, perdón, por los sacerdotes de Europa. Y no es una cuestión de lenguaje, ni de metáforas, porque los sacrificios para salvar el euro son reales. En Irlanda se han suprimido 40.000 empleos públicos, un 20% de su población está en riesgo de caer en la pobreza, acosada por la subida de impuestos y un paro del 14%. Además, tendrán que pagar un impuesto adicional de 100 euros al año para “financiar” los servicios públicos. Y, sin embargo, la crisis la tiene el euro. Los griegos soportan un paro del 21,7% que asciende a más de la mitad entre los menores de 25 años, los salarios se han reducido un 20% y las pensiones un 15%, de tal manera que los hogares griegos han visto reducido a la mitad sus ingresos. Y cuanto más pobres son más desamparados están porque el Estado griego está desapareciendo con la supresión de más de 150.000 empleados públicos…pero, es necesario salvar el euro.

En Portugal hay un índice de desempleo del 15%, y los portugueses, además de pagar impuestos muy altos (un 23% de IVA), tienen que seguir pagando por las consultas médicas: 20 euros por urgencias de pediatría, 15 por el resto de urgencias y 5 por una consulta rutinaria. Las indemnizaciones por despido pasan de 30 a 12 días por año, y el Estado se reduce también con el despido de 30.000 funcionarios….pero, es necesario salvar el euro. En Italia hay ya más de ocho millones de personas que viven en la pobreza, un 14% de la población total, empujadas por recortes similares a los ya descritos. Desde el año 2009 el índice de suicidios en Europa ha aumentado un 25%. Han aumentado en España (9 diarios en 2008) y en Italia (2 diarios en 2012), pero nada parecido a los 1.725 suicidios en Grecia en los dos últimos años. Pero, es necesario salvar el euro.

¿Y en España? “Estamos haciendo nuestros deberes”, estamos “haciendo las reformas estructurales adecuadas”, “imprescindibles”, para relanzar la economía y volver a coger “la senda del crecimiento”. Lo que no me queda claro es la relación entre el desmantelamiento de la Educación y la Sanidad Pública, y, en general, de todos los servicios sociales, y el crecimiento económico y la salvación del euro. A no ser que ese crecimiento sea privativo de los pocos idólatras del becerro del euro. Esos mismos idólatras nos piden paciencia. “Calma”, dicen, “el crecimiento llegará”, como llegó el maná del cielo al pueblo hambriento, rezando, supongo, otra vez, a la Virgen del Rocío. Debe ser que me falta fe en este nuevo ídolo porque no entiendo nada.

¿Y las reformas del sector financiero? Hasta ahora, sólo han consistido en seguir dando de comer al ídolo con más capital. Cuando se lo come, nos pide más y lo recapitalizamos. Y cuando devore la recapitalización sin que escupa nada o sólo vomite un par de migajas al resto, ¿qué haremos?, ¿qué nos pedirán sus sacerdotes?, ¿una requeterrecapitalización?


Vivimos una nueva opresión y no nos damos cuenta. ¿Qué ha pasado con nuestros sentidos? ¿Qué ha pasado con nuestra capacidad de razonar? ¡Sapere aude!  ¡Atrévete a saber! Atrévete a pensar se decía en el Siglo de las Luces. ¿Nos hace falta una nueva Ilustración? ¿Dónde están las luces de nuestro siglo? ¿Dónde están las ideas que nos han legado las generaciones anteriores, dónde, el valor para defenderlas? Pacto Social, Soberanía Nacional, Igualdad ante la ley… ¡Derechos del Hombre y del Ciudadano!  Nos hace falta un Motín del Té, necesitamos una Toma de la Bastilla antes de que sea demasiado tarde. Como borregos (o como cerdos, que ya estamos todos los incluidos en PIGS) vamos camino del matadero, ofrecidos en holocausto al ídolo. Quizá alguien espera aún que en el último momento, antes de que el cuchillo nos degüelle, la voz de Dios detenga la mano asesina, como detuvo la mano de Abraham antes de matar a su hijo. Pero esta vez  no. Porque, como diría Rajoy, esta es la política que Dios manda, que el Dios euro manda.    

domingo, 10 de junio de 2012

El rescate de Inocencio Malatesta


Con ese nombre parece inmigrante, pero no, es de aquí, un españolito de pro, muy amante de su tierra, patriota, que se dice. El hombre no tiene muchas luces, sólo pudo hacer el KGB ese de antes de la reforma educativa, así que sólo le da para ser lo que llaman “chico vespa”; “ves pa yá, ves pa cá”, y así que me le tienen todo el día en la obra donde trabaja. Con su sueldo de mierda sólo le da para un alquiler en el centro cochambroso de la ciudad, donde vive con su mujer, la Cándida. Tienen cuatro hijos. A él le parecen demasiados, pero bueno, con las subvenciones para libros, y para el comedor del colegio van tirando.

Un día le llamaron por teléfono los del banco. ¡Qué majos! Casi ni le dejaron hablar. “Que sí hombre, usted no se preocupe por nada, ¡será por dinero! ¡Vaya! Que le dieron un préstamo para comprar el piso, y además otro para el coche, aunque él, como es un “vespa” prefiere una furgoneta, es más útil. Y le dieron también para una de esas teles modernas, que lo van a flipar los chicos cuando la vean. Y así les fue, ¡como para no sentirse orgullosos de los colores patrios!, ¡vamos hombre! Hasta que un día. Hasta que un día oyó en el telediario que un “tsunami financiero” había llegado a Europa desde los Estardos Unidos. No le dio mucha importancia a la cosa hasta que le echaron del trabajo. “El tsunami, Inocencio, la crisis, vamos, la burbuja, cá pinchao”.  ¿Y ahora qué? Los números, las letras… nada, no hay nada que hacer, le han dicho en el banco. “Si no pagas, te quedas en la calle”, “Pero... ¡si en la calle ya estoy!” “Ya, no, en la puta calle, digo”.  Y así fue. En la calle toda la familia cuando le embargaron el piso, aunque tenía que seguir pagando las letras al banco. “Pero ¿por qué? Si el piso lo tenéis ya vozotros? “Ah, amigo, la ley es la ley”. Menos mal que hay gente buena en el mundo, y la familia se ha repartido entre los vecinos del bloque. Inocencio, Cándida, y el pequeñín están con Doña Angustias, una solterona, que ahora tiene a su padre en casa, devuelto, porque el asilo "ha echao el cierre".

En el telediario ha oído que la culpa de todo la tienen los maestros, que no quieren trabajar dos horas más. Y los funcionarios todos, que hay demasiados. Y el gobierno ha empezado a arreglarlo todo, que ya era hora. Y en esto, la Cándida se volvió un día con el pequeño tó rojo del médico porque han cerrado las pediatrías de la tarde, que no hay personal, dicen. A los niños les han retirado las subvenciones. Ya no le dan nada, ni para libros, ni para el comedor. De momento han dejado de ir al cole por la tarde porque no pueden pagar el menú, y “de los libros ya hablaremos hijo, que si no se puede no se puede. Tú mírame a mí, anarfabeto totá; y qué, ¿pasa argo?” Y el niño mira y no contesta. Tendrá que salir a la calle a pedir, ¡qué remedio! A la puerta de la iglesia. “No”, le ha dicho Angustias, “que allí no dan, mejor a la beneficiencia”. Allá que fue, pero, madre mía, cuánta cola. Pero ¿qué está pasando? Sin embargo en el telediario no hacen más que decir que “se está haciendo lo correcto”, “que las reformas están dando resultado”. Hasta en Europa dicen que “España está haciendo las cosas bien, que las reformas son necesarias”. Inocencio no entiende entonces a qué tanta protesta en la calle, tanto jaleo un día sí y otro también. Y oye hablar de un rescate. Que sí, que no, y a él se le encienden los ojillos, “¡por fin, van a venir a rescatarnos! Y reza a la Virgen del Rocío para que el rescate no llegue demasiado tarde, que la Cándida dice que no puede más. Y de pronto solo ve banderas españolas en los balcones y piensa en el rescate. La gente está contenta, por fin va a venir Europa a rescatarnos. Acelera el paso hasta la taberna a ver si un alma caritativa le invita a una cerveza sin alcohol, digo yo, que si le han sacado el alcohol será más barata. Y en la tele sale el del Guindo ese diciendo que “han pedido ayuda a Europa”. ¡Tóma ya!, sale Inocencio corriendo a decírselo a la Cándida. Ni espera el ascensor, sube corriendo las escaleras hasta el piso de doña Angustias y le grita, “¡enciende la tele, que está el del Guindo, Cándida, que ya vienen!” El del Guindo sigue ahí, pero la Cándida ya no se fía. “¿Pero qué ha dicho el presidente Rajoy? ¿Lo ha dicho él?” “No lo sé, yo no lo he visto. Estará en otro canal”. Y cambian de canal buscando la confirmación del señor presidente del gobierno español, pero no aparece por ningún lado. “Bueno, qué más da. Este del Guindo nos vale”. El ministro sigue hablando de la ayuda, “¿cuánto dinero ha dicho? Madre mía, son cifras….¡gastronómicas!, ¡Cándida, estamos salvados! Recuperaremos el piso, los niños podrán ir al cole con tantos libros que se les va a romper la espalda, ya verás”. Pero doña Angustias mueve la cabeza a uno y otro lado con cara de….eso. “El dinero es para los bancos”, suelta la tía. “¿Cómo para los bancos? No seas tonta Angustias. ¡Es Europa! Será para la gente, ¡mira cuántas banderas en los balcones!”. “Para los bancos”, repite la angustiosa. Inocencio Malatesta no lo entiende. “¿Dinero para los bancos? ¿A esos que se han quedado con la casa? ¿A esos a los que sigo yo debiendo lo que no tengo? ¿Y la gente? ¿Entonces…las banderas….? Angustias se encoge de hombros y suspira. Es el fútbol. Y las pocas luces de Inocencio se apagan. 

martes, 5 de junio de 2012

Déficit de lo Público


Sí, otra vez, a vueltas con el déficit. Quiero contestar desde aquí a algunas objeciones que se han hecho a la entrada anterior (Déficit 0. Cero Estado) en otros foros. Como decía Rousseau, “no conozco el arte de ser claro para los que no prestan atención”, pero voy a intentarlo de nuevo. Empecemos por lo que debería ser obvio para todo el mundo: la economía no es una ciencia exacta. Tenemos ejemplos muy cercanos y dolorosos que muestran cómo a menudo yerra en sus cálculos, en sus previsiones y en sus recetas. Otra afirmación obvia: la economía, como todas las ciencias humanas, no está exenta de sesgo ideológico. Pero se nos presenta como una ciencia hermética, repleta de arcanos y dogmas matemáticos supuestamente objetivos sólo al alcance de unos pocos entendidos. Los demás, nos dicen, tenemos que callarnos y aceptar sus sentencias como si fuesen oráculos sagrados.

Pero la economía está siempre al servicio de unos principios, de unas ideas. Y se puede hacer una política económica de izquierdas, como se puede hacer de derechas. La economía de izquierdas es la que cree en lo Público, y es la única que puede garantizar la igualdad de oportunidades y corregir las desigualdades sociales o, por lo menos, articular mecanismos de protección para los más desfavorecidos. Y es la única que garantiza los derechos de los ciudadanos con servicios públicos. Mi derecho a la salud debe estar cubierto por los servicios sanitarios. Sin servicios públicos no hay derechos que valgan y podríamos tirar nuestra Constitución a la basura. La economía de derechas es individualista, sólo cree en la iniciativa privada y en el negocio. Y para ella todo es negociable. Y que nadie se asuste ni se escandalice. El liberalismo económico ya nació derechón. Sólo ha vuelto a sus orígenes. Adam Smith, el padre de la criatura, escribió en 1776 lo siguiente: “Cada individuo en particular pone todo su cuidado en poner el medio más oportuno de emplear el capital de que puede disponer. Lo que se propone es su propio interés, no el de la sociedad en común […] sólo piensa en su propia ganancia, pero en este y en otros muchos casos es conducido como por una mano invisible a promover un fin que nunca tuvo parte en su intención”. ¿No es esto mismo lo que se va a introducir en los textos escolares de la nueva Educación Cívica, valorar “el papel de la iniciativa económica privada en la generación de riqueza y el fomento del espíritu emprendedor”? Parece evidente que ahora la economía, en manos de la derecha, está virando hacia sus orígenes y está restringiendo drásticamente el papel del Estado, como también defendía el susodicho Smith, dejándolo todo a esa mano invisible, que es como dejar que los negociantes campen a sus anchas, sin ningún tipo de restricción. En este capitalismo sobrevive el más rico, el más fuerte, el más listo, el más emprendedor; el resto, que se joda. Puro darwinismo social. Por eso, la economía de la Derecha que no cree en lo Público, sólo ve abusos en los ciudadanos de a pie que pretenden ejercer sus derechos. Abusa el enfermo de la sanidad, el parado de las ayudas, el trabajador de la paciencia del empresario por ponerse enfermo, el dependiente de sus necesidades y hasta el niño que saca malas notas abusa del sistema educativo. Tanto abuso le sale al Estado muy caro…

El sacrosanto dogma del déficit 0, como objetivo de un Estado, es también, y perdónenme, economía de Derechas. Y se está utilizando la crisis como coartada para reducir el sector público atribuyéndole la responsabilidad de la misma. Y la mayoría de la gente, por ignorancia, ha creído a estos gurús de la economía y han vinculado crisis con gasto público, convirtiendo a los funcionarios en los nuevos parias de la sociedad, en el nuevo chivo expiatorio contra los que hay que dirigir todos los dardos de la frustración y la envidia. Pero el déficit actual no es la causa de la crisis, sino la consecuencia. Y no hace falta oírselo decir a Krugman o a otros economistas, basta con tener algo de memoria, algo también de criterio propio, y echar un vistazo a los datos. A la altura de 2007 España y otros países de la U.E. tenían  superávit o déficits muy bajos, cercanos al 1% salvo Francia, que cerró con un saldo negativo de 2,7%. Pero a partir de 2008 los déficits en toda Europa se disparan. Los Estados acudieron a salvar a sus sistemas financieros y a intentar paliar los efectos sobre la economía real, que en España se vieron agravados con el pinchazo de la dichosa burbuja inmobiliaria, con fallidos planes de inversión pública. ¿Ya se nos ha olvidado el Plan E? De esta manera España pasó de tener un superávit de 1,9 en 2007 a tener un déficit del 4,5% en 2008 y de un 11,2 % en 2009. En este mismo año Francia alcanza el 7,5%, Bélgica el 5,8% e Islandia el 10%. A partir del 2009 los déficits empiezan a bajar…pero…¿cómo? ¿Acaso han devuelto los bancos rescatados el dinero a los Estados? ¿Han recuperado los Estados este dinero de alguna manera? No. Salvo Islandia, que decidió hacerse cargo únicamente de los depósitos de las cuentas corrientes, y no de las deudas financieras de sus bancos, el resto de países está recortando el déficit metiendo la tijera en el Sector Público, recortando servicios sociales al mismo tiempo que siguen asumiendo las deudas de los bancos y tapando sus agujeros.

Y estos son datos. Ahora vayamos a los principios. ¿Qué significa un déficit 0 en un Estado? Cuando un país cierra sus cuentas anuales con superávit o con un déficit 0 como si fuera un encefalograma plano, eso sólo puede significar, o, mejor, debería significar que ha conseguido cubrir y satisfacer las necesidades de su población con un Estado del Bienestar tan completo y acabado que ya no es necesario invertir nada más. También hay que deducir que se recaudan muchos impuestos y que éstos ya se han gastado donde se debía. ¿Qué otra cosa, si no, debe significar un déficit 0, crónico, estable, en un país? España camina hacia el déficit 0. ¿Ya tenemos ese Estado del Bienestar? ¿Ya no hay nada que mejorar? Debe ser que no me he enterado, y ya no hay listas de espera en los hospitales públicos, ni quirófanos cerrados, que hay camas para todos los enfermos, que la Ley de Dependencia se aplica con normalidad en toda España y no hay ningún dependiente del grado que sea sin su ayuda; y que ningún niño está con los abuelos en contra de su voluntad (de los abuelos, digo) porque tiene plaza en una Escuela Infantil Pública. Además he debido entender mal las últimas noticias, porque, teniendo un Estado del Bienestar tan completo y acabado, seguro que podemos ofrecer cobertura sanitaria a todos los que vienen a este país, ya sea para tomar el sol o para trabajar y consumir.

A principios de este mes nos decía el ministro Montoro que las Comunidades Autónomas habían  conseguido el déficit 0 en el primer trimestre del año gracias a las transferencias del Estado. Esas cuentas se iban a mandar a Bruselas, para mandar un claro mensaje a los que de verdad nos gobiernan: “Las reformas comienzan a tener  resultado” (El País, 2 de junio). Con esos anticipos ocho comunidades tienen superávit, y el resto tiene déficits muy bajos, o, directamente, 0. Valencia es una de ellas. Le han sobrado 3 millones de euros. ¿En qué los invertirá? En algo útil para los valencianos, supongo. Si no, no sé a qué resultados nos referimos. También suponemos que con un déficit 0 se ha hecho una buena gestión en Valencia de los dineros públicos y que no se han confundido las prioridades. Echemos un rápido vistazo a esos resultados del déficit 0 en Valencia. Ahora mismo, sobre la Empresa Municipal de Transportes pende un ERE que amenaza con despedir a 208 empleados si no aceptan una rebaja de salario del 10%. En Sanidad se van a recortar 1.057 millones de euros todos los años y se van a transferir al sector privado algunas coberturas e intervenciones, como las operaciones de cataratas. Se han recortado 600 millones de euros en investigación contra el cáncer, hay 30.000 dependientes que aunque tienen reconocido el grado de dependencia aún no reciben ningún tipo de ayuda. Los recortes en Educación y el aumento de alumnos por clase van a dejar en la calle a 8.000 profesores interinos. Según la Plataforma por la Enseñanza Pública de Valencia hay 17 distritos de la capital que necesitan 30 centros escolares, y hay unos 18.000 alumnos que aún tienen que dar clase en barracones prefabricados. Pero esto no es suficiente para Juan Eloy Durá, presidente de la patronal de la construcción de Valencia que en abril de este año decía que había que seguir recortando en Sanidad, Educación y otros servicios sociales porque representaban el 80% del gasto público, y, claro, había que cumplir con el objetivo del déficit. Pero este señor tan entendido no se ha acordado de la Fórmula 1 y de lo que le sigue costando cada año, ni del aeropuerto peatonal de Castellón, ni de…dejémoslo. Creo que la cosa está ya clara para los que quieren oír y entender.

La economía de derechas quiere que el Estado deje de prestar servicios para dejar áreas de negocio a la iniciativa privada. Y la crisis actual es la ocasión perfecta para conseguir lo que siempre han querido. La educación en Madrid es el ejemplo más claro de esto. Siendo una de las Comunidades más ricas de España es la que menos invierte en Educación en relación a su PIB. En 2002 invertía un 1,87%, mientras que en Extremadura se superaba el 5%, en Castilla La-Mancha el 4% y en Andalucía el 3%. En 2009 Andalucía ya se esforzaba un 5,5%, Castilla La-Mancha un 5, 62, Extremadura un 6%, y…¿Madrid?; un 2,8%. ¿Por qué tan poco? Voy a dejar que lo explique Lucía Figar, Consejera de Educación de Madrid. El contexto, una conferencia pronunciada en agosto de 2010 en el encuentro anual del grupo ultra católico Comunión y Liberación. Dice la Consejera: “Hemos elegido mejorar el panorama de la educación en centros de gestión privada con fondos públicos, ampliar la oferta de plazas en las estructuras de este tipo dentro de la Comunidad de Madrid. […] hemos ofrecido estos lugares gratuitamente a organizaciones religiosas, cooperativas y otras estructuras para que crearan centros sostenidos con fondos públicos pero con gestión privada. Esto indica que en los últimos 6 años hemos abierto 79 centros nuevos de este tipo en la Comunidad de Madrid y hoy en día la proporción entre escuela pública, concertada y privada es esta: la escuela pública representa el 52% en nuestra región, la Comunidad de Madrid, la escuela concertada el 33% y la escuela al 100% completamente privada cerca del 15%”.


Esta es la gran paradoja de nuestros días: están al cuidado de los Servicios Públicos quienes menos creen en ellos. Gusta el PP de utilizar la metáfora del enfermo para convencernos de que debemos tragarnos su medicina sin rechistar. Es una medicina fuerte, amarga, dicen, pero si sobrevivimos, mejoraremos. Si la medicina no nos mata, nos curaremos. A mí esto me trae a la memoria uno de los Caprichos de Goya en el que aparece un asno tomando el pulso a un enfermo. Goya, con todo su sarcasmo, se pregunta al pie de la lámina, ¿De qué mal morirá? Pues eso.