Sí, otra vez, a vueltas con el
déficit. Quiero contestar desde aquí a algunas objeciones que se han hecho a la
entrada anterior (Déficit 0. Cero Estado) en otros foros. Como decía Rousseau, “no conozco el arte de ser claro para los que no prestan atención”,
pero voy a intentarlo de nuevo. Empecemos por lo que debería ser obvio para
todo el mundo: la economía no es una
ciencia exacta. Tenemos ejemplos muy cercanos y dolorosos que muestran cómo
a menudo yerra en sus cálculos, en sus previsiones y en sus recetas. Otra
afirmación obvia: la economía, como
todas las ciencias humanas, no está
exenta de sesgo ideológico. Pero se nos presenta como una ciencia
hermética, repleta de arcanos y dogmas matemáticos supuestamente objetivos sólo
al alcance de unos pocos entendidos. Los demás, nos dicen, tenemos que
callarnos y aceptar sus sentencias como si fuesen oráculos sagrados.
Pero
la economía está siempre al servicio de unos principios, de unas ideas. Y se puede hacer una política económica de izquierdas, como se
puede hacer de derechas. La economía de
izquierdas es la que cree en lo Público, y es la única que puede garantizar
la igualdad de oportunidades y corregir las desigualdades sociales o, por lo
menos, articular mecanismos de protección para los más desfavorecidos. Y es la única que garantiza los derechos de los ciudadanos con servicios públicos. Mi derecho a la
salud debe estar cubierto por los servicios sanitarios. Sin servicios públicos
no hay derechos que valgan y podríamos tirar nuestra Constitución a la basura. La economía de derechas es
individualista, sólo cree en la iniciativa privada y en el negocio. Y para ella
todo es negociable. Y que nadie se asuste ni se escandalice. El liberalismo
económico ya nació derechón. Sólo ha vuelto a sus orígenes. Adam Smith, el padre de la criatura,
escribió en 1776 lo siguiente: “Cada
individuo en particular pone todo su cuidado en poner el medio más oportuno de
emplear el capital de que puede disponer. Lo que se propone es su propio
interés, no el de la sociedad en común […] sólo piensa en su propia ganancia,
pero en este y en otros muchos casos es conducido como por una mano invisible a
promover un fin que nunca tuvo parte en su intención”. ¿No es esto mismo lo
que se va a introducir en los textos escolares de la nueva Educación Cívica,
valorar “el papel de la iniciativa
económica privada en la generación de riqueza y el fomento del espíritu
emprendedor”? Parece evidente que ahora la economía, en manos de la
derecha, está virando hacia sus orígenes y está restringiendo drásticamente el
papel del Estado, como también defendía el susodicho Smith, dejándolo todo a
esa mano invisible, que es como dejar
que los negociantes campen a sus anchas, sin ningún tipo de restricción. En
este capitalismo sobrevive el más rico, el más fuerte, el más listo, el más
emprendedor; el resto, que se joda. Puro darwinismo social. Por eso, la
economía de la Derecha que no cree en lo Público, sólo ve abusos en los ciudadanos
de a pie que pretenden ejercer sus derechos. Abusa el enfermo de la sanidad, el
parado de las ayudas, el trabajador de la paciencia del empresario por ponerse
enfermo, el dependiente de sus necesidades y hasta el niño que saca malas notas
abusa del sistema educativo. Tanto abuso le sale al Estado muy caro…
El sacrosanto dogma del déficit 0,
como objetivo de un Estado, es también, y perdónenme, economía de Derechas. Y
se está utilizando la crisis como coartada para reducir el sector público
atribuyéndole la responsabilidad de la misma. Y la mayoría de la gente, por
ignorancia, ha creído a estos gurús de la economía y han vinculado crisis con
gasto público, convirtiendo a los funcionarios en los nuevos parias de la
sociedad, en el nuevo chivo expiatorio contra los que hay que dirigir todos los
dardos de la frustración y la envidia. Pero el déficit actual no es la causa de la crisis, sino la consecuencia.
Y no hace falta oírselo decir a Krugman
o a otros economistas, basta con tener algo de memoria, algo también de
criterio propio, y echar un vistazo a los datos. A la altura de 2007 España y
otros países de la U.E. tenían superávit
o déficits muy bajos, cercanos al 1% salvo Francia, que cerró con un saldo
negativo de 2,7%. Pero a partir de 2008 los déficits en toda Europa se disparan.
Los Estados acudieron a salvar a sus sistemas financieros y a intentar paliar
los efectos sobre la economía real, que en España se vieron agravados con el
pinchazo de la dichosa burbuja inmobiliaria, con fallidos planes de inversión
pública. ¿Ya se nos ha olvidado el Plan E? De esta manera España pasó de tener
un superávit de 1,9 en 2007 a tener un déficit del 4,5% en 2008 y de un 11,2 %
en 2009. En este mismo año Francia alcanza el 7,5%, Bélgica el 5,8% e Islandia
el 10%. A partir del 2009 los déficits empiezan a bajar…pero…¿cómo? ¿Acaso
han devuelto los bancos rescatados el
dinero a los Estados? ¿Han recuperado los Estados este dinero de alguna manera?
No. Salvo Islandia, que decidió hacerse cargo únicamente de los depósitos de
las cuentas corrientes, y no de las deudas financieras de sus bancos, el resto
de países está recortando el déficit metiendo la tijera en el Sector Público,
recortando servicios sociales al mismo tiempo que siguen asumiendo las deudas
de los bancos y tapando sus agujeros.
Y estos son datos. Ahora vayamos a
los principios. ¿Qué significa un déficit 0 en un Estado? Cuando un país cierra
sus cuentas anuales con superávit o con un déficit 0 como si fuera un
encefalograma plano, eso sólo puede significar, o, mejor, debería significar que ha conseguido cubrir y satisfacer las
necesidades de su población con un Estado del Bienestar tan completo y acabado
que ya no es necesario invertir nada más. También hay que deducir que se
recaudan muchos impuestos y que éstos ya se han gastado donde se debía. ¿Qué
otra cosa, si no, debe significar un déficit 0, crónico, estable, en un país?
España camina hacia el déficit 0. ¿Ya tenemos ese Estado del Bienestar? ¿Ya no
hay nada que mejorar? Debe ser que no me he enterado, y ya no hay listas de
espera en los hospitales públicos, ni quirófanos cerrados, que hay camas para
todos los enfermos, que la Ley de Dependencia se aplica con normalidad en toda
España y no hay ningún dependiente del grado que sea sin su ayuda; y que ningún
niño está con los abuelos en contra de su voluntad (de los abuelos, digo)
porque tiene plaza en una Escuela Infantil Pública. Además he debido entender
mal las últimas noticias, porque, teniendo un Estado del Bienestar tan completo
y acabado, seguro que podemos ofrecer cobertura sanitaria a todos los que vienen
a este país, ya sea para tomar el sol o para trabajar y consumir.
A principios de este mes nos decía
el ministro Montoro que las
Comunidades Autónomas habían conseguido
el déficit 0 en el primer trimestre del año gracias a las transferencias del
Estado. Esas cuentas se iban a mandar a Bruselas, para mandar un claro mensaje
a los que de verdad nos gobiernan: “Las reformas comienzan a tener resultado” (El País, 2 de junio). Con
esos anticipos ocho comunidades tienen superávit, y el resto tiene déficits muy
bajos, o, directamente, 0. Valencia es una de ellas. Le han sobrado 3 millones
de euros. ¿En qué los invertirá? En algo útil para los valencianos, supongo. Si
no, no sé a qué resultados nos referimos. También suponemos que con un déficit
0 se ha hecho una buena gestión en Valencia de los dineros públicos y que no se
han confundido las prioridades. Echemos
un rápido vistazo a esos resultados del déficit 0 en Valencia. Ahora mismo,
sobre la Empresa Municipal de Transportes pende un ERE que amenaza con despedir
a 208 empleados si no aceptan una rebaja de salario del 10%. En Sanidad se van
a recortar 1.057 millones de euros todos los años y se van a transferir al
sector privado algunas coberturas e intervenciones, como las operaciones de
cataratas. Se han recortado 600 millones de euros en investigación contra el
cáncer, hay 30.000 dependientes que aunque tienen reconocido el grado de
dependencia aún no reciben ningún tipo de ayuda. Los recortes en Educación y el
aumento de alumnos por clase van a dejar en la calle a 8.000 profesores
interinos. Según la Plataforma por la Enseñanza Pública de Valencia hay 17
distritos de la capital que necesitan 30 centros escolares, y hay unos 18.000
alumnos que aún tienen que dar clase en barracones prefabricados. Pero esto no
es suficiente para Juan Eloy Durá,
presidente de la patronal de la construcción de Valencia que en abril de este
año decía que había que seguir recortando en Sanidad, Educación y otros
servicios sociales porque representaban el 80% del gasto público, y, claro,
había que cumplir con el objetivo del déficit. Pero este señor tan entendido no
se ha acordado de la Fórmula 1 y de lo que le sigue costando cada año, ni del
aeropuerto peatonal de Castellón, ni de…dejémoslo. Creo que la cosa está ya
clara para los que quieren oír y entender.
La
economía de derechas quiere que el Estado deje de prestar servicios para dejar
áreas de negocio a la iniciativa privada. Y la crisis actual es la ocasión perfecta para
conseguir lo que siempre han querido. La educación en Madrid es el ejemplo más
claro de esto. Siendo una de las Comunidades más ricas de España es la que
menos invierte en Educación en relación a su PIB. En 2002 invertía un 1,87%,
mientras que en Extremadura se superaba el 5%, en Castilla La-Mancha el 4% y en
Andalucía el 3%. En 2009 Andalucía ya se esforzaba un 5,5%, Castilla La-Mancha
un 5, 62, Extremadura un 6%, y…¿Madrid?; un 2,8%. ¿Por qué tan poco? Voy a
dejar que lo explique Lucía Figar, Consejera
de Educación de Madrid. El contexto, una conferencia pronunciada en agosto de
2010 en el encuentro anual del grupo ultra católico Comunión y Liberación. Dice
la Consejera: “Hemos elegido mejorar el
panorama de la educación en centros de gestión privada con fondos públicos,
ampliar la oferta de plazas en las estructuras de este tipo dentro de la
Comunidad de Madrid. […] hemos ofrecido estos lugares gratuitamente a
organizaciones religiosas, cooperativas y otras estructuras para que crearan
centros sostenidos con fondos públicos pero con gestión privada. Esto indica
que en los últimos 6 años hemos abierto 79 centros nuevos de este tipo en la
Comunidad de Madrid y hoy en día la proporción entre escuela pública,
concertada y privada es esta: la escuela pública representa el 52% en nuestra
región, la Comunidad de Madrid, la escuela concertada el 33% y la escuela al
100% completamente privada cerca del 15%”.
Esta es la gran paradoja de nuestros días: están al cuidado de los Servicios Públicos quienes menos creen en ellos. Gusta el PP de utilizar la metáfora
del enfermo para convencernos de que debemos tragarnos su medicina sin
rechistar. Es una medicina fuerte, amarga, dicen, pero si sobrevivimos,
mejoraremos. Si la medicina no nos mata, nos curaremos. A mí esto me trae a la
memoria uno de los Caprichos de Goya en el que aparece un asno tomando
el pulso a un enfermo. Goya, con todo su sarcasmo, se pregunta al pie de la
lámina, ¿De qué mal morirá? Pues eso.