La imagen del presidente del gobierno escabulléndose por el garaje del Congreso para esquivar las preguntas de los periodistas ha sido realmente patética y vergonzosa, indigna de un representante público, de quien se esperaba precisamente que diera la cara para justificar y explicar sus acciones y sus intenciones. Este lamentable episodio ha sido el último acto de una serie de despropósitos del presidente del gobierno. Durante la campaña electoral evitó posicionarse claramente sobre los temas que preocupaban a todos los españoles refugiándose en frases hueras, que, aunque dichas con vehemencia, no podían ocultar su vacuidad. Frases del tipo: “Sabemos lo que hay que hacer y lo haremos”, en cualquiera de sus muchas variantes. Todavía lo hace, para evitar comprometerse en el futuro ante más que un probable y premeditado cambio de rumbo en las políticas que ahora anuncia. (“El copago en la Sanidad no está sobre la mesa en las propuestas del Consejo de Ministros”, “yo no soy partidario de subir el IVA”…etc.).
Claro que la antología del disparate y del engaño por ocultación no la pronunció Rajoy, sino el presidente de las Islas Baleares, José Ramón Bauzá. Por si acaso a estas alturas alguien las desconoce, merece la pena reproducirlas aquí, para seguir grabándolas en nuestra memoria para vergüenza de todos, y especialmente para vergüenza del auditorio para el que fueron dichas, porque es como consentir que te engañen y te llamen imbécil en tu propia cara: "Sabemos qué es lo que hay que hacer y lo vamos a hacer. Y por eso hacemos lo que hemos dicho que íbamos a hacer y por eso seguiremos haciendo aquello que nos toca hacer a pesar de que alguno no se crea que vamos a hacer lo que hemos dicho que íbamos a hacer". Ahora, hasta podemos reinos del disparate, pero resulta lamentable que el PP haya ganado las elecciones con frases como esta, como resulta también lamentable que el presidente del gobierno haya tomado la costumbre de disfrazarse de hombre invisible para gobernar. Porque sigue sin dar la cara cuando hay que comunicar las reformas y recortes en dinero y en derechos que nos tocan padecer a los demás. Como un dios omnipotente, envía por delante a los cuatro jinetes del Apocalipsis, a la Vicepresidenta y a los ministros de Hacienda, Economía y Trabajo.
Todo esto tiene una explicación, aparte de la más que evidente incapacidad intelectual y de réplica del presidente Rajoy, y de su también más que evidente torpeza política. Aunque parezca mentira, Immanuel Kant, el gran filósofo del siglo XVIII, tiene la explicación perfecta para este comportamiento. En una de sus últimas obras hablaba del Principio de publicidad como el mejor mecanismo para averiguar si las intenciones de gobernantes o gobernados son legítimas y se ajustan o no a derecho. La fórmula es la siguiente:
Son injustas todas las acciones que se refieren al derecho de otros hombres cuyos principios no soportan ser publicados.
Es decir, si mis intenciones no puedo manifestarlas en voz alta, si para que pueda llevarlas a cabo deben permanecer ocultas, en secreto, porque de saberse provocaría la oposición unánime en mi contra, dichos propósitos no son sólo ilegítimos (entiéndase, amorales), sino injustos desde el punto de vista del derecho público. Si, por el contrario, puedo dar publicidad a mis intenciones es que pueden ser admitidas por la mayoría sin oposición y pueden ser consideradas legítimas y justas.
Está claro que antes y después de las elecciones Rajoy mintió deliberadamente u ocultó sus planes para no espantar a los votantes y porque tenía pensado ya hacer justamente lo contrario de lo que decía, o más bien, de lo que dijo que nunca haría porque nunca dijo lo que sí haría. Vaya, ahora es a mí a quien le ha salido un trabalenguas. Mis disculpas. Una vez consumado el engaño y ganadas las elecciones por esta vía, muchos votantes del PP se han sentido engañados porque lo fueron. Por los hechos ya consumados nos hemos enterado de que sí pensaba subir los impuestos, sí pensaba abaratar el despido, sí pensaba imponer el repago en la Sanidad Pública. En la encuesta publicada este domingo pasado el PP ha perdido ocho puntos de apoyo electoral, cayendo del 46 al 38%, y solo lleva cuatro meses desgobernando.
Ahora sólo hay que esperar que los que han sido tan burdamente engañados no lo olviden, porque es intolerable que un presidente del gobierno huya o se esconda del pueblo a quien gobierna para no darle explicaciones, porque eso sólo pasaba en las monarquías absolutas de hace tres siglos.
Excelente análisis. Hoy, tras la no comparecencia para explicar la "no intervención", de total actualidad.
ResponderEliminarAcaba de dar la cara. Como siempre, negando la evidencia y con chulería, dice que le da pena perderse el partido de Nadal. Lamentable
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